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"Leer te condena a muchas cosas terribles, sobre todo a la lucidez; te acerca más a las cosas en su esencia, que a menudo es desagradable, pero también te da los mecanismos analgésicos y compensatorios para enfrentarte a ellas"

Arturo Pérez reverte





lunes, 16 de febrero de 2009

Hay otros mundos, pero están en éste


Es increíble, Trinity. Todo es luz.
Como si toda la materia fuera luz.

Ojalá pudieras verlo.



(texto basado en artículo de A. Sánchez Mellado)


En los años ochenta, el biofísico alemán Fritz Albert Popp hizo un descubrimiento que ha pasado completamente inadvertido fuera de la comunidad científica especializada y que sin embargo, es uno de los hallazgos más importantes en biología desde que Watson y Crick descubrieran en 1953 la estructura del ADN.

Popp demostró experimentalmente que todas las células emiten una luz muy débil. Esta luz, llamada luz biofotónica, es una radiación coherente y armónica que tiene la capacidad de comunicar unas células con otras. Células del mismo tipo producen fotones de la misma frecuencia que interfieren entre sí, creando canales de comunicación entre ellas. De esta forma, unos pocos fotones pueden transmitir una gran cantidad de información, y pueden indicar incluso cuándo se tienen que producir reacciones químicas en el interior de una célula. En definitiva, la luz biofotónica parece estar en la base de todos los procesos biológicos.

Este descubrimiento tiene un alcance filosófico sin precedentes, cambiando la concepción que tenemos hasta ahora de los seres vivos.

De la bioquímica a la biofísica

Con el importante desarrollo que ha experimentado la bioquímica durante el siglo XX, el modelo de ser vivo que se ha impuesto es químico-molecular. Es decir, en realidad se trata de un modelo mecanicista que es básicamente el universo formulado por Demócrito en el siglo V A.C., formado únicamente por átomos materiales. De esta forma, el funcionamiento de los seres vivos se reduce a millones de moléculas (hormonas, proteínas, enzimas, etc.) que reaccionan químicamente entre sí.

Después del descubrimiento de Popp y los avances de la biofísica, se ha puesto de manifiesto que el modelo químico-molecular es insuficiente. Los seres vivos no sólo están formados por materia, sino que también están formados por campos electromagnéticos; esta materia y estos campos interaccionan entre sí, y la vida sólo se puede entender si tenemos en cuenta ambos factores.

Ondas y materia

En 1924, Louis de Broglie enunció la conocida dualidad onda-corpúsculo, en la que postulaba que toda partícula material se comporta también como una onda y viceversa, toda onda se puede considerar formada por partículas materiales. Es decir, todo lo que existe se puede comportar simultáneamente como materia y como onda. O expresado de otra manera, el aspecto material y el aspecto ondulatorio son dos aspectos diferentes de una misma entidad superior que aún no atisbamos a conocer. Este insólito descubrimiento parecía aplicable únicamente al ámbito de las partículas elementales, pues en el mundo macroscópico que nos rodea, apenas se nota su efecto.

Sin embargo, con el hallazgo de Fritz Albert Popp, la dualidad onda-corpúsculo ha pasado de la física de partículas a la biología: Los seres vivos, y entre ellos los seres humanos, somos al mismo tiempo materia y ondas. Estamos formados por células materiales, pero a la vez, de estas células emana un campo electromagnético. Esto, sin lugar a dudas, supone un nuevo modelo no materialista de los seres vivos.

La bioenergética

En los últimos años se está empleando un nuevo concepto: la bioenergética, donde se da especial importancia a la relación entre la vida y la energía, y se intenta integrar todos los fenómenos biológicos: químicos, físicos, mentales y emocionales. Dentro de este marco, se ven alterados los conceptos que teníamos de salud y enfermedad. Muchas enfermedades se pueden identificar con un mal funcionamiento de los campos bioenergéticos.

La relación entre los seres vivos y el ambiente que los rodea es más importante de lo que parecía. La luz que llega del exterior interacciona con la luz biofotónica y viceversa.

Las aplicaciones relacionadas con en el descubrimiento de Popp y la bioenergética alcanzan numerosos campos, como por ejemplo:

Medicina : Actualmente hay muchos profesionales que están aplicando técnicas curativas basadas en la luz y en ondas electromagnéticas.

Psicoterapia : En algunos tratamientos psicológicos se están utilizando terapias bioenergéticas.

Alimentación : El propio Popp dice que la calidad de los alimentos se puede medir según la cantidad de luz que puede almacenar en su interior. La emisión de fotones de la comida fresca es mucho mayor que la que ha sido sometida a radiación o en conserva.

Conclusiones

En todos los ámbitos, los modelos mecanicistas están siendo sustituidos por modelos organicistas. Los últimos descubrimientos científicos nos están alejando del implacable materialismo propio de la filosofía occidental y nos están acercando cada vez más a las filosofías orientales, donde desde tiempos inmemoriales se le da especial importancia al concepto de armonía, y a la influencia que ejerce sobre nosotros todos los elementos del universo.



¿POR QUÉ SE PUEDE CURAR CON LA LUZ?

Ya en 1922 el biofísico ruso Alexander Gurwitsch observó que al aproximar las raicillas de una planta de cebolla al tallo de otra planta de cebolla se induce una multiplicación celular en el tallo sometido a tal influjo, reconocida al microscopio por un aumento de la mitosis. Efecto que se bloqueaba cuando se cubrían las plantas con tubos de vidrio. Pues bien -con gran sorpresa del investigador-, ese efecto volvía a aparecer si en lugar de vidrio las plantas se introducían en tubos de cuarzo. Y como la posible transferencia química podía descartarse concluyó que tenía que deberse a la luz ya que el vidrio absorbe la radiación ultravioleta mientras el cuarzo la deja pasar. ¡Una luz que influía directamente sobre el ADN!
(Tan sensacional descubrimiento sería corroborado en 1974 por el Premio Nobel de Física Denis Gabor -descubridor del principio de la holografía- al reproducir minuciosamente en los laboratorios de Siemens de Berlín los experimentos de Gurwitsch estableciendo además que los fotones aislados pueden desencadenar la multiplicación celular.)

A continuación, en 1954, los italianos L. Colli y U. Facchini constatarían que también los embriones de diversas semillas de cereales emiten luz. Componentes luminosos que se distribuyen desde la zona verde hasta la zona roja del espectro.

Popp confirmaría igualmente que la célula emite radiación electromagnética coherente. Y que esa coherencia es la que da a la radiación la propiedad de resonancia y el extraordinario poder energético del láser.

Sus experimentos demostrarían además que ese efecto láser proviene de una resonancia entre los fotones (de una emisión de luz exterior) y el campo electromagnético emitido por el ADN sólo que pudiendo manifestar sus efectos a distancia, lo que lo distingue de las reacciones químicas.

En este ámbito se han constatado además otras cosas:

1) Que las radiaciones de las células próximas a su muerte se intensifican antes de extinguirse definitivamente.
2) Que la lesión provocada a cualquier planta hace que la radiación celular aumente en otras plantas, incluso no estando cercanas.
3) Que los procesos de reparación del ADN lesionado están relacionados con la fotorreparación o fotorreactivación, fenómeno experimentalmente establecido por el cual los daños genéticos de las células y las formaciones celulares -cualquiera que haya sido el modo en que se provocaron- se reparan prácticamente siempre en sólo unas horas cuando son irradiados por una débil radiación ultravioleta de una banda espectral particular (alrededor de 400 nanómetros de longitud de onda).

Si ya digo yo que tantos días grises, con el sol huido, no podían ser buenos
ni para nuestras células, que necesitan fotorreparación.

Podríamos plantearnos una pregunta: ¿sería posible identificar este campo bioenergético con lo que tradicionalmente se ha llamado el aura o aureola, en definitiva, con el alma?