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"Leer te condena a muchas cosas terribles, sobre todo a la lucidez; te acerca más a las cosas en su esencia, que a menudo es desagradable, pero también te da los mecanismos analgésicos y compensatorios para enfrentarte a ellas"

Arturo Pérez reverte





jueves, 7 de enero de 2010

Pero, qué risa...


Reír causa un “estado convulsivo” en todo el organismo que se lo ha intentado definir, desde lo popular, con diversas expresiones, algunas felices y otras quizás no tanto: llorar de risa, caerse de risa, mearse, reventar, desternillarse, morirse de risa, o las menos usadas gozar o vivir de risa. Sin dudas ese estado fisiológico es bien real y muy notorio. "Me meo de la risa" es una declaración imposible de asociar con sentimientos de tristeza. Semejante liberación de un esfínter, por más que sea metafórica, está adjudicando una corporeidad a la risa que no tienen otras expresiones de las emociones.

¿Qué pensarías si te digo que podemos describir dos “fisiologías” de la risa distintas? Pues así es.

Veamos la primera:

1. Fisiología “externa” o “visible”.

El 1º de junio de 1900, el doctor G.V.N. Dearborn, en un artículo publicado en una revista científica de la época, describió de manera exhaustiva la complejidad de la fisiología de la risa.
Dice así:


“En la risa y en mayor o menor grado en la sonrisa, se producen espasmos clónicos del diafragma en un número aproximado de dieciocho, y la contracción de la mayor parte de los músculos del rostro. Se estiran hacia arriba el lado superior de la boca y sus esquinas. Se eleva el párpado superior, y también, hasta cierto punto, las cejas y el labio superior, mientras se arrugan de modo característico los rabillos de los ojos. Las ventanas de la nariz se dilatan moderadamente y se levantan, la lengua se extiende ligeramente y las mejillas se distienden y se elevan un poco. En las personas que tienen muy desarrollados los músculos de los pabellones de las orejas, tienden a adelantarse. La mandíbula inferior vibra o se retira un poco (sin duda para dar todo el aire posible a los pulmones distendidos) y la cabeza se echa hacia atrás cuando la risa es extrema. El tronco se estira e incluso comienza a inclinarse hacia atrás (lo cual sucede a menudo), y el dolor-fatiga en el diafragma y músculos abdominales accesorios produce una marcada flexión del tronco para el alivio de aquellos. Se dilata todo el sistema vascular arterial, con el consiguiente rubor por el efecto de los capilares dermales del rostro y cuello, y en ocasiones del pericráneo y las manos. Por esta misma causa, los ojos suelen adelantarse y se activa la glándula lacrimógena, ordinariamente hasta un grado que produce un brillo de los ojos, pero a veces hasta tal punto que las lágrimas fluyen por los canales adecuados”.

Esta descripción, ha llevado a mucha gente a una especie de folkclore (mezcla de médico y popular) que asegura que es necesarios emplear menos músculos para sonreír y reír y más músculos para estar serio. A partir de allí, comenzaron a manejarse los números de músculos para una y otra actividad, cuyas variaciones son notables y poco ciertas: desde quien dice que para reír hace falta un solo músculo, y aluden al “risorio de Santorini” (tal vez influenciados por el nombre) y más de 14... 20... 48... 82... 200... etc., para permanecer serios; hasta los que hablan de otro tipo de relaciones numéricas. Así llegamos a un conocido dicho: “Ríe, aunque sea por economía”, apoyándose en que se utilizan menos músculos para hacerlo.

El hecho real es que, si nos remitimos a los músculos faciales, se pueden contar cuatro músculos que intervienen decididamente para manifestar la sonrisa y la risa:

-Buccinador: músculo profundo bilateral, plano, en la mejilla, tracciona hacia atrás la comisura de los labios.
- Cigomático Mayor: superficial y bilateral, triangular, en la mejilla, eleva y abduce (abre) la comisura bucal.
- Cigomático Menor: superficial y bilateral, acintado y pequeño, elevador del labio superior.
- Risorio de Santorini: bilateral y el más superficial, pequeño, delgado y triangular, auxiliar del Buccinador.

Están inervados por el par craneal llamado Facial.


Claro que cuando aparece la carcajada, la intervención de músculos comienza a incrementarse notablemente: superciliares, elevadores de las narinas, los de los pabellones de las orejas, orbiculares de los párpados, maseteros, casi todos los de la laringe, las cuerdas vocales, los esternocleideomastoideos, los trapecios, el músculo cardíaco, el diafragma (que tiene una intervención decisiva), los dorsales, los intercostales, los abdominales... etc. En fin, pensamos que deben intervenir, en mayor o en menor grado, la gran mayoría de los músculos del cuerpo.

¿Cuántos son? Bueno, aquí sí se podría hablar, sin dudas, de más de 100 músculos distintos, a los que habría que sumar aquellos que se involucran de manera indirecta.¿Y para permanecer serios? Pues, son los mismos músculos que no accionan o dejan de accionar cuando se termina la sonrisa, la risa o la carcajada. A excepción del músculo triangular de los labios que, por sí solo desciende la comisura labial y expresa tristeza, abatimiento y disgusto. La famosa “cara de chupa-limón” que tiene mucha gente, lo cual, sumado a la fuerza de la gravedad (que les hace “caer la cara”) les convierte en casi imposible esbozar una sonrisa.

2. Fisiología “interna”.

Más profundamente, en las estructuras moleculares de nuestro organismo, se repite el fenómeno y podemos dar otra descripción.

“Ante la brusca toma de consciencia de lo que se nos ocurre como algo risueño, los músculos especialmente involucrados en la risa reciben la orden neurológica de moverse para reír; esta misma orden recorre las neuronas en busca de una estructura de referencia donde situar la escena cómica, humorística o risueña en el cerebro, pero generalmente no se la puede situar coherentemente, y esa incoherencia provoca más necesidad de reír; el diafragma se sacude vigorosamente lo cual estimula --y a la vez dificulta (por eso aparecen pequeños ahogos al reír)-- la necesidad de los pulmones de acceder al ingreso de más aire por la orden recibida desde los centros respiratorios bulbares, y también presiona al corazón, haciéndolo bombear más sangre (y nos ponemos “colorados”); al mismo tiempo, este movimiento muscular genera estímulos o impulsos eléctricos que viajan por los nervios sensitivos hacia el sistema límbico, en el interior del cerebro, produciendo la liberación de un arsenal de hormonas que asustan a los radicales libres que se refugian en sus casamatas. La principal de estas hormonas liberadas, las endorfinas, se contactan con células inmunocompetentes, sobre todo en el timo, y se estimula la liberación de linfocitos T, además de incrementar notablemente la inmunoglobulina A salival, y los interferones. Simultáneamente, las endorfinas ejercen un efecto analgésico en órganos, músculos y articulaciones y un efecto sedante en la esfera linfática por lo cual se produce una sensación de bienestar y relajación generalizada, lo que va obligando a que cese la risa ”.

Esto sirve también como explicación de por qué en un cierto momento se “termina” la risa.

Lo que está claro, es que, reír, libera endorfinas en el cerebro, lo que se traduce en un estado de alegría y felicidad inmediato, y, que es sanísimo reír, ya que, hacerlo, contribuye a mejorar muchas funciones de nuestro organismo.

Para saber reír, es fundamental quitarse de encima el almidón

Debe ser por eso que, yo, me río mucho jajajajaja

Y, tú ¿sabes?



Por cierto, los animales también se ríen.
Ya lo hablaremos otro día


:D

© Moony