Los 5.000 turpiales de alas rojas que llovieron sobre Arkansas, los 500 mirlos y estorninos de Louisiana, las 100 grajillas de Falköping en Suecia, las decenas de aves no identificadas de Kentucky, las decenas de pájaros pechiamarillos de Chihuahua, las 10.000 aves selváticas de Manitoba, las 8.000 palomas de Italia… ¿son un hecho corriente de muerte de bandadas en tiempos de invierno, excepcionalmente advertido y divulgado por los medios en 2011, o es el surgimiento de un fenómeno inesperado, inquietante y desconocido?
Y si a eso le añadimos los 100.000 peces tambor muertos en Arkansas, los millones de pececillos muertos de Maryland, los miles de peces muertos de la Florida, las cien toneladas de peces del Brasil, los cientos de pargos de Nueva Zelandia, y los 40.000 cangrejos de Gran Bretaña, todo en el lapso de menos de dos semanas… ¿estamos ante una serie de accidentes naturales provocados por el frío, como quieren unos, por los tornados, como quieren otros, por los fuegos de artificio del fin de año, como pretenden los demás?
Lo cierto es que algo pasó, y en algún tiempo sabremos si se trata de una serie de acontecimientos casuales o un hecho trascendente de proporciones planetarias. Por lo pronto comenzó la avalancha de los rumores y las conjeturas. “Antes de que comenzaran a caer muertos se escuchó un fuerte sonido”, dijeron testigos en Beebe, Arkansas, después de la lluvia de turpiales, en la medianoche de fin de año. “Hubo decenas de pájaros muertos en mi patio hace varios días”, dijo una mujer de Kentucky, pero sólo se animó a contarlo cuando descubrió que estaba pasando en otros sitios. La lluvia de pájaros de Chihuahua había ocurrido el 22 de diciembre, pero sólo empezó a ser alarmante después de los episodios de comienzos de año.
Los organismos estatales se apresuraron a tranquilizar a la opinión pública con los argumentos menos tranquilizadores. Decir que las aves son nerviosas y que el stress puede llevarlas a la muerte exigiría que desde el Génesis estén cayendo bandadas de pájaros muertos por todas partes, y no parece que haya sido así. Acusar del hecho a los fuegos de artificio de Arkansas deja sin explicar casi todos los otros fenómenos. Hablar de tormentas y de tornados, de la contaminación, de las granizadas a gran altura, como la que en 1973 mató centenares de patos en Stuttgart, es ignorar culpablemente que muchos hechos ocurrieron en el hemisferio sur, y que incluyeron también peces y cangrejos.
Las 17 autopsias de pájaros realizadas en Arkansas delataron traumas severos y hemorragias internas, pero no hay manera de saber si esas anomalías fueron la causa de la caída o se debieron a ella. Los episodios previos también sirven sólo para el que quiere tranquilizar, y en México se trajeron a cuento dos: la muerte de 25.000 aves migratorias en la presa De Silva, municipio de San Francisco del Rincón, en 1994, y la muerte de 12.800 aves en la presa del Coyote, no muy lejos de allí, en 2004.
Sobra decir que la película Los pájaros de Hitchcock volvió a ser objeto de la curiosidad de los adictos a internet, y que presenciar sus escenas finales, con el antecedente de los hechos pasados es de verdad impresionante. Pero la humanidad ama la intriga, y hubo quien vinculara los episodios de muerte de pájaros a una supuesta trama conspirativa que incluye el desarrollo de un arma química norteamericana, la guerra de Afganistán, el asesinato hacia cuatro días del consejero militar John Wheeler, y la liberación en la atmósfera de una sustancia llamada fosgeno.
Para mí es fundamental tener en cuenta que se habla hasta ahora de la muerte en vuelo de bandadas enteras. No hay evidencias de que los pajarillos aislados hayan muerto. Alguien habló de la posibilidad de que las bandadas extraviaran su rumbo o perdieran su capacidad de orientación, y colisionen a veces unas con otras, o se alejen por regiones no deseadas. Las palomas muertas en Italia tenían los picos azules y eso parece evidenciar que se extraviaron y remontaron la atmósfera hasta regiones donde les faltó el oxígeno.
Y una de las explicaciones más inquietantes tiene que ver con el cambio del polo magnético de la Tierra, que según unos se está desplazando y según yo se está invirtiendo. Cabe la posibilidad de que esa modificación influyera en el extravío de las bandadas de pájaros y podría también explicar la muerte de los cardúmenes y los accidentes de los bancos de peces.
Hay quienes piensan que estamos en el preludio de catástrofes Pero todo eso pertenece al terreno de la especulación. Lo único cierto es que en este asunto de la muerte de los pájaros no lo hemos oído todo. Y acaso lo más importante todavía no nos fue revelado.