1. Disco de Acrecimiento
Un disco formado por gases y polvo sobrecalentados rueda en torno a un agujero negro a inmensas velocidades, generando una radiación electromagnética (rayos X, radiación óptica, rayos infrarrojos y ondas de radio) reveladora de la ubicación del agujero negro. Algunos de estos materiales terminan por cruzar el horizonte de sucesos; otros pueden verse expulsados y se transmutan en chorros.
2. Última órbita interna estable
El borde interior de un disco de acrecimiento es el último lugar donde los materiales pueden orbitar con seguridad, sin correr el riesgo de precipitarse más allá del punto de no retorno y ‘caerse’ al pozo.
3. Esfera de fotones
Aunque un agujero negro es oscuro, el plasma ardiente que lo circunda sí que brilla. Mientras pueden, los fotones se desplazan en línea recta, como el chorro de luz de una linterna, pero en las inmediaciones del horizonte de sucesos la gravedad ya es lo bastante fuerte como para curvar sus trayectorias, motivo por el que percibimos un anillo brillante que rodea una oscura ‘sombra’ más o menos circular.
4. Chorros relativistas
Las partículas que no cruzan el horizonte de sucesos y son repelidas del agujero negro salen disparadas, formando chorros relativistas que recuerdan a los géiseres de una fuente termal.
5. Horizonte de sucesos
Es la frontera de la singularidad. El punto de no retorno donde nada puede librarse de la ‘succión’ que ejerce la gravedad, como una aspiradora gigantesca, tan potente que ni siquiera pueden escapar los rapidísimos fotones, es decir, la luz… A partir de aquí empieza lo negro.
© Moony