Si como mantenía Darwin, la aparición de diferencias individuales que favorecen la supervivencia es fruto de la casualidad, entonces es que no hay un plan definido y por lo tanto, la evolución completa, ya sea humana o de cualquier otra especie, no tiene ningún motivo.
Somos como somos por azar y lo mismo podríamos no ser, o habernos quedado en australopitecus.
Y sin embargo, ahí estamos, machacando al resto de las especies, destruyendo la naturaleza sin necesidad ¿por qué? ¿por violencia?
Entonces, quizá, lo que siempre consideramos evolución, como la primera vez que un homínido cogió una piedra y la utilizó como instrumento, en realidad fue una maldita casualidad que dio paso a que la utilizara también como arma. Y nos llevó hasta aquí.
Mucho mejor les hubiera ido a todos los demás si nunca nos hubiéramos bajado del árbol y a nosotros, en realidad, nos hubiera dado igual.
No nos hubiéramos enterado y ahora seríamos una especie de primates guapos y hasta simpáticos.
O no.
La ley de las probabilidades imposibles tiende siempre a repetirse.